Discurso de Caty Romero en el acto de colocación de placa en homenaje y recuerdo al que fuera su marido D. Alfonso Morcillo Calero
San Sebastián 15 de diciembre de 2006
Estimados amigos y compañeros.
Hoy se cumplen doce años del asesinato de Alfonso Morcillo (Sargento de la Guardia Municipal y responsable de la seguridad ciudadana de esta ciudad).
Hoy hace doce años le arrebataron lo más preciado de lo que dispone un ser humano “su vida”. Le asesinaron vilmente, extendieron el terror entre sus más allegados, “socializaron el miedo” y con ello llegó el silencio. Algunos callaron, temieron durante años que pudiera ocurrirles lo mismo. Yo en la medida de lo posible estuve con ellos, les escuché y les apoyé en las decisiones que tomaron. El temor a que volviera ocurrir otro atentado sello algunas bocas.
Pero a mí ya nadie podía hacerme más daño, ya no tenía nada que perder, con su asesinato perdí mis ilusiones y me condenaron a un futuro incierto y doloroso. Tardé un tiempo en remontarme ya que aquél hecho había marcado mi vida para el resto de mis días, pero no me crucé de brazos, cuando pasó un tiempo dejé de lamentar mi mala suerte, sequé mis lágrimas y decidí reivindicar la memoria de Alfonso de forma activa, dignificando su nombre y el de otras muchas víctimas que lo fueron tanto de sus asesinos como víctimas de una sociedad que estaba enferma porque miraba hacía otro lado cada vez que había un nuevo asesinato. Habíamos pagado un precio muy alto para vivir libres por eso utilizaría la palabra como única arma y nunca oirían un silencio por respuesta.
Tuve todo el derecho del mundo a refugiarme en mi dolor e intentar alejarme de todo aquello que me recordara aquél fatídico 15 de diciembre del 2004 pero en el salón de pleno del ayuntamiento de San Sebastián y ante su cuerpo fallecido le prometí que mi lucha sería la reenvidicación permanente de su memoria, darle voz, exigir permanente que se hiciera justicia.
Prometí luchar hasta el final de mis días y le pedí a Dios que me permitiera vivir hasta ver a sus asesinos sentenciados y condenados. Este mismo año, el pasado 6 de septiembre, era juzgado y condenado García Gaztelu, por su asesinato. Justamente hoy, el 15 de diciembre hace un año era entregado por Francia a la justicia española por los crímenes cometidos en nuestro país, y hoy de nuevo 15 de diciembre de 2006 vuelve de nuevo al país vecino a terminar de cumplir su condena. He pensado estos días en lo significativo de esta fecha. Como este terrorista hizo su bautizo de muerte con Alfonso en una fecha determinada y como la misma fecha once años después es entregado a las autoridades españolas. La justicia ha sido lenta pero llegó.
Hoy después de dos años se cumple un reconocimiento que quiso ser en el décimo aniversario. Alfonso no murió de forma voluntaria, les asesinaron como a decenas y decenas de ciudadanos de esta ciudad. El reconocimiento a la memoria de hombre asesinado cruelmente, por terroristas sin escrúpulos, nos dignifica como seres humanos. Este homenaje en las dependencias de la Guardia Municipal, en su lugar de trabajo, donde se dedicó en cuerpo y alma a cumplir con sus obligaciones es donde más sentido tiene. Estoy segura que este hubiera sido el lugar elegido por él. Y solo espero que la perspectiva de la historia deje ver con claridad las injusticias sufridas por las víctimas a todos aquellos que cierran los ojos.
Gracias a todos por vuestra asistencia. Gracias por estar hoy aquí presentes. Gracias por rendir memoria a un buen profesional y sobre todo a un ser entrañable.
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