ARTÍCULOS DE OPINIÓN

18.12.06

Discurso de Ángel Altuna en el acto de homenaje del Ayuntamiento de Vitoria y de la Diputación de Álava a las Víctimas del Terrorismo

ACTO DE HOMEANAJE DEL AYUNTAMIENTO DE VITORIA-GASTEIZ Y LA DIPUTACIÓN FORAL DE ÁLAVA A LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO.
Ángel Altuna.

Buenos días a todos. Buenos días y gracias a las víctimas, familiares de asesinados y supervivientes heridos de la violencia de ETA que hoy estáis aquí. Gracias también al Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y a la Diputación Foral de Álava que nos ha reunido a todos. Alguien ha pensado que podría decir unas palabras como hijo de asesinado por ETA y que os pudieran resultar interesantes. Bueno, pues ahí van. Va por ellos, por los que ya no están.

Quiero brevemente exponer tres ideas principales:

1º/ Voy a recordar y tener presentes a los 46 asesinados y a los heridos supervivientes del terrorismo de ETA en Álava. Todos ellos varones.
2º/ Voy a plasmar mi admiración y gratitud a todas las mujeres, y lo digo como hombre, a vosotras que sois viudas, madres, hijas y hermanas de esos varones asesinados y que os quedasteis en “tierra”.
3º/ Voy a recordar los lugares de Vitoria y Álava en el que tuvo lugar la escenificación del terror.

Así pues, quiero recordar en primer lugar y tener presentes en el caso de Álava, a todos esos hombres, a esos padres de familia, a esos maridos sin hijos, a esos solteros con proyectos de futuro. A ellos, “cabezas de familia” en muchos casos. Gracias y honor; honor y recuerdo; recuerdo y dignidad para todos ellos. Gracias a esos “hombres de la casa” que nunca dejarán de serlo. Gracias por lo que nos pudieron dejar.

Seguidamente quiero dar las gracias a todas vosotras mujeres; madres, hijas, esposas y hermanas que habéis tenido que “tirar para adelante”, cada una como ha podido, muchas veces en soledad y por momentos, en el mayor de los desamparos. Gracias. Vosotras que habéis honrado a vuestros “hombres” ausentes. A vosotras, gracias, porque habéis sabido educar a vuestros hijos en ausencia de los padres o hermanos. Gracias a vosotras hijas huérfanas y hermanas que sois ahora madres. Hay que decirlo bien alto: dos generaciones de mujeres que habéis educado a vuestros hijos en el respeto habiendo sufrido todo el odio en vuestras vidas en forma de terror. Y mientras tanto dos generaciones de victimarios, terroristas y cómplices que han sido educados en el odio y la intolerancia. No por ello quiero dejar de lado en mi reconocimiento a todos los varones que quedaron; hijos, padres, hermanos y yernos de asesinados que han tenido que sustituir en muchas ocasiones con acierto a esas figuras ausentes. Con permiso de todos ellos me permito daros las gracias otra vez a vosotras, ausentes de la atención, el mimo, el cuidado y el reconocimiento de ninguna organización de mujeres o institutos de la mujer. Gracias de veras.

Y finalmente, me gustaría que, aunque sólo sea una vez, cuando paséis por Villarreal os acordéis de Germán y José María, cuando vayáis a La Puebla penséis en Valentín, cuando vayáis por la calle Reyes de Navarra os acordéis de Miguel Ángel, Joaquín y José Vicente; cuando andéis por la Correría y los Cantones penséis en José; cuando vayáis al puerto de Vitoria os acordéis de Juan Antonio; cuando estéis en la Cuchillería tengáis presente a Saturnino, cundo vayáis a Llodio os acordéis de José Luis y Ciriaco; cuando paséis por los Herrán penséis en Sergio; cuando estéis en la calle Florida os acordéis de Antonio; cuando paséis por delante de los Marianistas tengáis presente a Juan Cruz, cuando estéis en Ramiro de Maeztu os acordéis de Jesús; cuando vayáis por Sancho el Sabio penséis en Eugenio; cuando paseéis por la calle Dato os acordéis de Luis; cuando estéis en Amurrio tengáis presentes a Joaquín, Félix y Estanislao; cuando veáis el frontón de Erenchun os acordéis de Basilio; cuando paseéis por la Avenida y por la Calle San Prudencio penséis en José Ignacio; cuando estéis en Salvatierra tengáis presentes a José, Aurelio, Ángel y Luis; cuando vayáis a Santa Lucía os acordéis de Francisco, cuando estéis por Judizmendi penséis en Ramiro y Pedro; cuando paséis por Elorriaga tengáis presentes a Carlos y José Antonio; cuando estéis en Elburgo os acordéis de José Luís, Agustín y Victoriano; cuando estéis por Coronación tengáis presentes a Agustín y Félix; cuando vayáis a Luyando os acordéis de Fernando; cuando paséis por Barazar y veáis el Gorbea os acordéis de Genaro, cuando estéis en Armentia penséis en Antonio y Rafael; cuando vayáis por San Cristóbal tengáis presentes a Francisco y Antonio; cuando estéis en Lakua penséis en Alfonso; cuando paseéis por las Universidades tengáis presentes a Fernando y a Jorge y cuando vayáis por el Seminario os acordéis de Máximo. Un último recuerdo y agradecimiento también para los heridos y secuestrados Jesús, Juán José, José María, Luis y Lucio y para las familias Blanco, Zafra y Urquizu que encontraron en nuestra tierra cobijo tras la pérdida de los suyos.

Que estas palabras sean extensivas en el agradecimiento a todas las víctimas del terrorismo. Muchas gracias. Va por ellos.